El envejecimiento conlleva una serie de cambios fisiológicos inevitables: pérdida progresiva de masa muscular y ósea, disminución de la capacidad aeróbica, rigidez articular y mayor riesgo de caídas. Frente a estos desafíos, el ejercicio físico se consolida como la herramienta más eficaz para preservar la autonomía funcional y la calidad de vida. Dentro de las diferentes modalidades, el trabajo en el medio acuático ha demostrado ser particularmente beneficioso para la población mayor.
Recomendaciones de actividad física en la tercera edad
Según la Organización Mundial de la Salud, los adultos de 65 años o más deberían realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada. Sin embargo, en esta etapa de la vida no siempre es posible cumplir con dichas recomendaciones en tierra firme debido a limitaciones articulares, dolores crónicos o patologías asociadas. Aquí es donde el agua se convierte en un recurso terapéutico de primer orden.
Beneficios del medio acuático
Las propiedades del medio acuático —flotación, resistencia y presión hidrostática— ofrecen ventajas clínicas relevantes:
Reducción del impacto articular: la flotación disminuye hasta un 90% el peso corporal percibido, permitiendo realizar movimientos amplios sin dolor.
Mejora de la fuerza y la resistencia muscular: la resistencia del agua actúa en todas las direcciones, generando un trabajo constante y seguro.
Estabilidad y equilibrio: la presión hidrostática favorece la propiocepción y reduce el riesgo de caídas durante la práctica.
Beneficios cardiovasculares: el ejercicio acuático moderado mejora la capacidad aeróbica y la circulación sanguínea, fundamentales para prevenir enfermedades crónicas.
Efecto analgésico y relajante: la temperatura templada del agua ayuda a disminuir la rigidez muscular y el dolor asociado a la artrosis.
Evidencia científica
Diversas investigaciones confirman estos beneficios. Un metaanálisis publicado en Ageing Research Reviews (2020) concluyó que los programas de ejercicio acuático mejoran de manera significativa la movilidad, la fuerza de las extremidades inferiores y el equilibrio en adultos mayores, reduciendo la incidencia de caídas hasta en un 30%.
Objetivos terapéuticos
Desde el punto de vista terapéutico, los objetivos principales del trabajo acuático en la tercera edad son claros:
Mantener la independencia funcional, mediante la mejora de la fuerza, la resistencia y la movilidad articular.
Reducir el dolor y la rigidez, favoreciendo la adherencia a la práctica regular.
Prevenir caídas y fracturas, mediante el fortalecimiento del equilibrio y la coordinación.
Promover el bienestar psicológico, gracias al efecto relajante del agua y a la interacción social en programas grupales.
En conclusión, el ejercicio en el agua no solo es una alternativa, sino una intervención terapéutica integral en la tercera edad. Representa una herramienta de bajo riesgo, adaptable y con evidencia científica sólida, que debería ocupar un lugar central en las estrategias de promoción de salud y prevención de la dependencia en adultos mayores.
Sobre la autora:

Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Colegiada 52013
Especialista en ejercicio físico para la prevención y tratamiento de patologías en personas mayores.



