A- RECUERDOS LEJANOS:
1- ENCUENTRO:
Fue un día tal al 8 de Agosto de 1993, ya hace más de 23 años, que conociera a Julián, quien resultaría ser no solo el amor de mi vida, sino mi Maestro.
Por entonces, era una simple sensación de atracción la que manaba de él, unas rarezas que le hacían ser diferente y especial.
Y aunque no sabía bien de que se trataba, estas sensaciones de mí brotaban con fuerza y claridad, marcándome un cometido y unas metas muy claras de alcanzar. Y tenía muy asumido que estaba totalmente dispuesta a averiguar que me querían decir tales intensas sensaciones de atracción.
Se dejó pasar el tiempo, mientras se adaptaban las rigideces a pulir, de dos adultos que no se conocían y que salían de sendas relaciones tormentosas.
2- El camino a la confianza:
Éramos tan sólo dos personas heridas por las circunstancias de la vida. La situación me demandaba un gran esfuerzo, que compensara tales daños y desconfianzas.
Recuerdo situaciones de estricta frialdad, donde Julián me decía “te lo tendrás que ganar”, como si el cariño y el respeto fueran deudas que se han de saldar…
Pero las heridas estaban abiertas, y la vida me reclamaba aportar, con lo que cargada de infinita paciencia, una y otra vez supe dar motivos, para que las heridas cicatrizaran y la confianza ocupara su lugar.
Fue mucho el tiempo necesario, para que saliera de Julián un relajado “te quiero”, o un simple “gracias por lo que me sabes aportar”.
Ello me hizo sentir mucha frustración, hasta que Julián me enseñara, que son los logros de conflictos vencidos, los que nos otorgan más valor.
Y como un baluarte con su gran esplendor, siento que me enriquecen estos avancen, que nuestro amor reforzó.
De dichas continuadas, la vida se hace monótona, y en alguna que otra batalla, que proporcionan victorias, aportan del toque valioso, que todo lo ensalza.
