Las flores que sanan el alma: Un viaje al corazón de las Flores de Bach

Hay flores que se abren al sol y otras que se abren al alma. Las Flores de Bach pertenecen a ese jardín invisible donde crecen las emociones, donde cada pétalo guarda un mensaje, una caricia y una lección.

El Dr. Edward Bach, médico inglés y amante de la naturaleza, descubrió hace casi un siglo que las emociones también enferman el cuerpo. Que el miedo, la ira, la tristeza o la desesperanza pueden nublar el corazón, y que la naturaleza, en su sabiduría, ofrece remedios simples y amorosos. Así nació su sistema de 38 esencias florales, cada una destinada a devolvernos la armonía perdida.

Bach decía: “Mientras el alma y la personalidad estén en armonía, todo es alegría y paz. El alma sabe lo que necesitamos.”

Y así, buscó en los campos de Inglaterra flores que resonaran con las emociones humanas. No las eligió por su forma o color, sino por la energía que irradiaban, por su mensaje invisible.

Un lenguaje de emociones

Cada flor es una palabra del lenguaje del alma. Cuando una persona tiene miedo, una flor como Mimulus le susurra valor. Cuando hay tristeza sin causa, Mustard abre una ventana de luz. Si hay impaciencia, Impatiens enseña a respirar; si hay culpa, Pine nos recuerda el perdón.

Estas flores no “curan” como los medicamentos; acompañan, equilibran, despiertan. Ayudan a liberar lo que el corazón calla.

En los niños, especialmente en aquellos con una sensibilidad profunda —como los que viven con autismo o TDAH—, las flores pueden ser un puente de comprensión. No cambian su esencia; la honran, la calman, la fortalecen. Ayudan a dormir mejor, a concentrarse, a sentirse más seguros y queridos.

El jardín de las 38 flores

Cada flor tiene su historia y su enseñanza. Aquí compartimos algunas de las más especiales:

– Mimulus: para los miedos conocidos —oscuridad, animales, personas, ruido.
– Rock Rose: para el pánico o el terror repentino.
– Aspen: para los temores inexplicables, como una sombra interior.
– Cherry Plum: cuando hay miedo a perder el control.
– Star of Bethlehem: para el dolor del alma, el trauma o la pérdida.
– Mustard: para la tristeza profunda sin causa aparente.
– Walnut: para protegerse de las influencias externas y adaptarse a los cambios.
– Impatiens: para la impaciencia, el nerviosismo y la frustración.
– Larch: para recuperar la confianza en uno mismo.
– Chestnut Bud: para aprender de la experiencia y no repetir errores.

Y así, hasta completar 38 flores, cada una un reflejo de una emoción humana.

Cómo se usan

Las flores se toman en forma de gotas, generalmente 4 gotas, 4 veces al día, solas o diluidas en agua. No tienen efectos secundarios, no crean dependencia y pueden combinarse con cualquier tratamiento médico o psicológico. Lo importante es elegirlas con amor y conciencia, observando cómo se siente la persona en su presente emocional.

Las flores y los niños

Los niños son como esponjas emocionales. A veces no pueden decir lo que sienten, pero lo muestran con su conducta: miedo, irritabilidad, tristeza, hiperactividad o retraimiento. Las flores de Bach pueden acompañarlos con suavidad, ayudando a que expresen, suelten y encuentren equilibrio.

Un ejemplo:
– Un niño con miedo a dormir puede beneficiarse de Mimulus o Aspen.
– Si está muy nervioso o irritable, Impatiens puede calmarlo.
– Si vive un trauma o duelo, Star of Bethlehem puede reconfortarlo.
– Y si está triste o apagado, Mustard puede devolverle la alegría

El mensaje de las flores

Cada flor nos recuerda algo esencial:
– Que el miedo se disuelve con confianza.
– Que la tristeza se sana con luz.
– Que la rabia se calma con comprensión.
– Que la desesperanza se transforma en fe.

Las flores de Bach son, en realidad, un camino de autoconocimiento. Nos enseñan a mirar dentro, a reconocer lo que sentimos y a permitir que la naturaleza nos acompañe en ese proceso.

Cierre

Cuando un niño, un adulto o un corazón herido toma una flor de Bach, no está tomando una sustancia: está aceptando un mensaje. Un mensaje que dice: “Te veo. Te entiendo. Y estás bien como eres.”

Porque las flores no juzgan, solo abrazan. Y en ese abrazo suave y luminoso, la vida vuelve a florecer.


Sobre el autor:

Profesor. David Sánchez Ibáñez

Profesor y Formador, además de Tutor en reconocidas escuelas de formación en España como ISMETNovasanDeusto SaludCIM, entre otras. Desde 2015 es mentor en la Fundación Europea de Medicina Tradicional China, miembro activo del Observatorio de MTCI y diplomado en China (Beijing). Es especialista en etiquetadohipnosisalto rendimiento, adicciones, y muchas áreas más como acupuntura, osteopatía y naturopatía. Empresario y dueño de la empresa Obbarahouse y creador de la plataforma Teamtouch en la que reúne especialistas de todas las áreas de la salud y el bienestar para personas y mascotas, además de ser el director de la Revista Digital de Teamtouch, donde se muestran artículos, entrevistas, noticias y consejos de salud y bienestar integral.

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