Inteligencia emocional: Mucho más que controlar lo que sientes

¿Alguna vez te has sentido superado o superada por una emoción? Como si tomara el control de ti. Quizá un enfado que estalla sin esperarlo, una tristeza que te deja sin energía, o una alegría que te impulsa a tomar decisiones precipitadas.

Se habla mucho de inteligencia emocional, pero pocas personas saben realmente lo que significa.

No se trata de reprimir lo que sentimos ni de aparentar calma todo el tiempo. La inteligencia emocional es, en realidad, la capacidad de reconocer lo que sentimos, comprenderlo y usarlo de forma que juegue a nuestro favor, en lugar de en contra.

¿Qué es la inteligencia emocional?

El término inteligencia emocional apareció por primera vez en 1990 de la mano de los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, pero no fue hasta 1995 cuando Daniel Goleman lo popularizó en su libro del mismo nombre.

De manera sencilla, podemos decir que la inteligencia emocional es la habilidad de tomar conciencia de nuestras emociones y de las de los demás, y la capacidad de gestionarlas de manera adecuada.

Como explica Rafael Bisquerra, se trata de la habilidad para reconocer y regular tanto nuestras emociones como las de los demás, con el objetivo de alcanzar mayor bienestar personal y social.

Las competencias básicas de la IE

La teoría está muy bien, pero… ¿cómo se traduce la inteligencia emocional en nuestra vida cotidiana? Los expertos coinciden en cinco grandes competencias que todas podemos entrenar:

  • Conciencia emocional: Es la capacidad de poner nombre a lo que sentimos y reconocerlo también en los demás.
    Por ejemplo: muchas veces decimos “estoy mal” cuando en realidad estamos tristes, frustrados o frustadas o ansiosos/as, y cada emoción requiere una respuesta diferente.

Cuando yo era pequeña pensaba que sentir tristeza era un signo de debilidad. Hoy sé que la tristeza es una señal que me invita a parar, a descansar y a escucharme con más atención.

  • Regulación emocional: Aprender a responder en lugar de reaccionar. No significa reprimir lo que sentimos, sino darle un cauce adecuado.
    Y sería por ejemplo respirar antes de contestar con ira o darme permiso para llorar si lo necesito.
  • Autonomía emocional: Es la autoestima, la confianza y la capacidad para motivarnos incluso en momentos difíciles, sin depender del estado de ánimo de los demás.
    Ejemplo: mantener mi calma aunque otra persona esté nerviosa.
  • Habilidades socioemocionales: Aquí entran la empatía, la escucha activa y la comunicación positiva.

Un ejemplo sería ponerme en el lugar de mi pareja o de un compañero/a de trabajo en lugar de juzgar de inmediato.

  • Competencia para la vida y el bienestar: Implica integrar hábitos y actitudes que construyen bienestar.
    Como, por ejemplo: practicar la gratitud cada día, descansar lo suficiente o cuidar la alimentación con consciencia.

 Los modelos más conocidos

  • Salovey y Mayer (1990, 1997): pioneros, plantearon la IE como la capacidad de percibir, comprender y regular emociones.
  • Daniel Goleman (1995): popularizó el concepto con cinco habilidades esenciales: autoconciencia, autorregulación, motivación, empatía y habilidades sociales.
  • Bar-On (1997): incorporó aspectos como el optimismo, la adaptabilidad y la gestión del estrés.
  • Petrides y Furnham (2001): plantearon la IE como un rasgo de personalidad ligado al bienestar y la sociabilidad.

Aunque cada modelo tiene sus matices, todos coinciden en lo mismo: la inteligencia emocional no es un lujo ni una moda, es una herramienta práctica para vivir mejor.

Una habilidad para la vida

Las emociones no son un obstáculo, sino señales que nos ayudan a conocernos mejor. Entrenar la inteligencia emocional no significa dejar de sentir, sino aprender a escuchar nuestras emociones, regularlas y utilizarlas como aliadas.

La próxima vez que una emoción intensa aparezca, pregúntate: ¿qué me quiere decir? Ese sencillo gesto puede ser el primer paso hacia una vida más equilibrada, con relaciones más sanas y un mayor bienestar.


Bibliografía

  • Bisquerra, R. (2012). Orientación, tutoría y educación emocional. Barcelona: Praxis.
  • Bisquerra, R. (2015). Inteligencia emocional en educación. Madrid: Síntesis.
  • Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. New York: Bantam Books.
  • Mayer, J. D., & Salovey, P. (1997). What is emotional intelligence? In P. Salovey & D. Sluyter (Eds.), Emotional Development and Emotional Intelligence: Educational Implications. New York: Basic Books.
  • Petrides, K. V., & Furnham, A. (2001). Trait emotional intelligence: Psychometric investigation with reference to established trait taxonomies. European Journal of Personality, 15(6), 425–448.
  • Bar-On, R. (1997). Bar-On Emotional Quotient Inventory (EQ-i): Technical manual. Toronto: Multi-Health Systems.

Sobre la Autora:

Lorena Lancho

Maestra y empresaria, experta en inteligencia emocional y salud hormonal.

Puedes seguirla en Instagram @lorenamilan.integrativa

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Carrito de compra
Scroll al inicio
Política de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Puedes leer nuestra Política de Privacidad.