Cada vez se entiende mejor que los alimentos no solo nutren el cuerpo, también influyen en cómo nos sentimos. Lo que comemos puede modificar el estado de ánimo de forma positiva, mejorar el rendimiento físico y prevenir enfermedades. Elegir bien los alimentos que nos acompañan cada día es una manera directa de cuidar tanto nuestro bienestar físico como el emocional.
Eso sí, los alimentos no son la solución a los problemas emocionales, pero sí pueden ayudarnos a mejorarlos. Una alimentación consciente es una gran aliada para equilibrar mente, cuerpo y emociones.
Alimentarse con consciencia
En general, no se nos ha enseñado a entender el proceso de la alimentación. Comemos porque tenemos hambre, porque nos gusta un sabor o porque nos apetece algo concreto, pero pocas veces pensamos en la energía que aporta cada alimento y cómo repercute en nuestro cuerpo a largo plazo.
Cada alimento genera una respuesta física, emocional y mental. Si somos capaces de escuchar lo que nuestro cuerpo necesita, también podemos aprender a mantenernos más equilibrados.
Lo que tu cuerpo necesita
Cada persona tiene unas necesidades diferentes, y cada tipo de alimento cumple una función concreta:
- Cereal integral → nos aporta energía, vitalidad y tono al sistema nervioso. Su falta puede provocar ansiedad, falta de energía o antojos de dulce.
- Proteína → es esencial para la fuerza y el equilibrio del estado de ánimo. Cuando falta, puede aparecer irritabilidad, debilidad o tristeza.
- Verduras de raíz (zanahoria, boniato, calabaza…) → su dulzor natural nos ayuda a relajarnos y a reducir la ansiedad.
- Verduras verdes (espinacas, acelgas, brócoli…) → limpian y oxigenan, su carencia puede provocar mal humor, agresividad o tensión.
Al final, el cuerpo habla a través de lo que pide… y muchas veces lo hace en forma de antojos o cansancio.
Alimentar las emociones
Desde pequeños se nos enseña a no mostrar lo que sentimos. Sin embargo, las emociones son energía en movimiento —como su propio nombre indica—, y necesitan expresarse para no quedarse bloqueadas. Si no las escuchamos, se transforman en desequilibrios físicos o emocionales.
Por eso, cuando aprendemos a identificar lo que sentimos y lo relacionamos con la forma en que comemos, podemos entender mucho mejor lo que nuestro cuerpo necesita realmente.
Lo que piensas también alimenta
Nuestra mente influye tanto como lo que comemos. El cerebro controla las emociones, los pensamientos, el estado de ánimo y la conducta, y para hacerlo correctamente necesita una buena nutrición. Los nutrientes que recibe a través de la sangre son el “combustible” que le permite funcionar, y cuando faltan, se pueden producir desequilibrios que afectan al ánimo, la concentración o la manera en la que percibimos las cosas.
En el cerebro, la comunicación entre las células se da mediante impulsos eléctricos y químicos llamados neurotransmisores. Lo interesante es que muchos de ellos se elaboran a partir de los alimentos que ingerimos.
- La dopamina y la norepinefrina favorecen la energía, la atención y la motivación.
- La serotonina promueve la calma, el bienestar y ayuda a conciliar el sueño.
Estos neurotransmisores se fabrican a partir de aminoácidos presentes en alimentos como las legumbres, los cereales integrales, las semillas, los frutos secos, los huevos, el pescado o los lácteos. Por eso, una alimentación equilibrada y rica en estos nutrientes favorece el buen funcionamiento del cerebro y contribuye al equilibrio emocional.
Alimentos y emociones
Hay emociones que se reflejan directamente en nuestra forma de comer y viceversa. Por ejemplo:
- Baja autoestima: puede derivar en tristeza, ansiedad o irritabilidad. Una carencia de hidratos de carbono o minerales puede acentuar este estado. Ayudan los cereales integrales, las legumbres, las patatas, la calabaza y las frutas. El hierro (en carnes rojas, verduras de hoja verde y legumbres) mejora el ánimo, y el calcio (lácteos, frutos secos y pescado) aporta fuerza y energía.
- Miedo: en pequeñas dosis es natural, pero si se mantiene puede bloquearnos. Alimentos con vitamina E, selenio y cacao puro ayudan a dormir mejor y a calmar el sistema nervioso. Conviene evitar las comidas pesadas o de difícil digestión.
- Mal humor o enfado: suele aparecer cuando hay tensión, exigencia o falta de descanso. Los alimentos ricos en vitamina C, las verduras frescas y los que favorecen la absorción del hierro contribuyen a recuperar el equilibrio y la sensación de bienestar.
Una mirada final
Los alimentos no solo alimentan el cuerpo: también pueden mejorar los desajustes emocionales más comunes. Cuando aprendemos a escuchar al cuerpo y a relacionar lo que sentimos con lo que comemos, la alimentación deja de ser una rutina para convertirse en una herramienta de bienestar.
📚 Bibliografía
- Bisquerra, R. (2015). Inteligencia emocional en educación. Madrid: Síntesis.
- Ortega, J. (2010). Psicología de la emoción. Madrid: Pirámide.
- Rodríguez, J. (s.f.). Psicología positiva y bienestar personal.
- Seligman, M. (1999). The President’s Address. American Psychological Association.
Sobre la autora:

Maestra y empresaria, experta en inteligencia emocional y salud hormonal.
Puedes seguirla en Instagram @lorenamilan.integrativa



